viernes, 21 de marzo de 2008


Me gustaría que el corazón fuera un paquete lleno de caramelos,
un paquete sin fondo, con sus paredes recubiertas de miel y azúcar.
Así podría guardar cada dulzura que me regalan.

Y que, conversando con otros corazones estos caramelos nunca se acabasen, que siempre tengan esas inocentes sensaciones.
Y que los latidos del corazón, se sumasen a los pasos del cuerpo, de los pies.
Así este paquete se movería y los caramelos se reirían, cómplices de estos murmullos.

miércoles, 19 de marzo de 2008

De seguro fue así cuando Alicia se miró por primera vez en el espejo, su repliego encandilado. Sus reflejos, de hecho, buscaban atropella- damente los vestigios de sus pisadas. Persiguiéndola estaban ellos.

Me reflejo en los demás a veces. Y veces ellos reflejan un poco de mí. Me veo como alguien más, como alguien que quiere buscarse y no se encuentra, me despejo.
Soy alguien más, no me convenzo de otra cosa más que de eso, lo sé.
En un mundo tan grande y pequeño como éste, se dificultan los pasos sin desmayarse vaporosamente, y desvanecerse.

No permitir morderse por los insectos, es una disputa diaria que vicia la forma propia.

Y aquél espejo que me muestra más de lo que debería querer, me detiene y me debe más de lo que debería poseer.

y más de lo que.


Soy alguien
más que busca.




Insectos
del espejo